Esta tarde fue confirmada la muerte de Luis Felipe “Yuyo” Noé a sus 91 años. Falleció en su casa, rodeado de sus hijos. Según consignó La Nación, hace unos días, había sufrido un acv. Su muerte significa la pérdida de uno de los artistas contemporáneos más importantes de Argentina, aunque, sin embargo, su obra trascenderá muchas vidas más, las de quienes lo descubran y las de quienes aprendieron a su lado.
Su primera formación en pintura la hizo de la mano de Horacio Butler, cuando decidió abandonar Derecho, carrera que cursaba en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Trabajó en el diario El Mundo, también en El Nacional, La Razón y La Prensa. Se casó con Nora Murphy en 1957, con quien tuvo dos hijos: Paula y Gaspar Noé, el conocido cineasta.
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Noé integró la Asociación Amigos del Arte y dirigió la revista Nosotros que fue fundamental en la vida literaria porteña de principios del siglo XX. En 1959 realizó su primera exposición individual en la Galería Witcomb y en la inauguración, se gestó la amistad clave con Alberto Greco, Rómulo Macció y Jorge de la Vega.
En 1960 su padre le ofreció como taller un sector de lo que había sido la fábrica de sombreros fundada por su abuelo, ubicada en la calle Independencia entre Bolívar y Defensa, en ese lugar se instalaron también Greco y Macció y De la Vega pintó ocasionalmente algunas obras grandes en ese lugar.
Con una beca del gobierno francés, Noé viajó a Europa en compañía de De la Vega y luego se sumarían Macció y Deira. Durante ese viaje se consolida el grupo y, a partir de allí, comienzan a exponer en muestras compartidas y son llamados por los medios como “Grupo La Nueva Figuración”.
Surgimiento de su “Antiestética”
A su regreso a Buenos Aires, en 1962, los cuatro artistas se instalaron en un nuevo taller, en la calle Carlos Pellegrini entre Charcas (hoy, Marcelo T. de Alvear) y la Avenida Santa Fe y en 1963 fueron convocados por Jorge Romero Brest, director del Museo Nacional de Bellas Artes, para exponer en la institución.
Noé recibió el Premio Nacional de Pintura de los Premios Torcuato Di Tella, que consistía en una beca que le permitió al artista trasladarse a Nueva York, ciudad en la que permaneció desde abril hasta diciembre de 1964.
En 1965, en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, tuvo lugar Noé + experiencias colectivas, donde se exhibieron pinturas e instalaciones de Noé yuxtapuestas con obras de otros artistas, articuladas entre sí por oposición y contraste. En esa ocasión, el artista presentó su primer libro, Antiestética, una especie de manifiesto, en el cual expuso por primera vez su tesis sobre el caos como estructura y sus nociones de «ruptura de la unidad», «asunción del caos» y «visión quebrada».
La última exposición del grupo se realizó en 1965, en la Galería Bonino, con el mural de Deira, Nueve variaciones para un bastidor bien tensado, instalaciones de De la Vega (Nigromante) y Noé (El ser nacional) y dos cuadros de gran formato de Macció.
Beca Guggenheim por dos y nueve años sin pintar
A fines de 1965 Noé partió con su familia hacia Nueva York con una Beca Guggenheim y regresó a Buenos Aires en 1968. Desde entonces dejó de pintar por nueve años.
Se dedicó a escribir y problematizar su campo y a enseñar. En mayo de 1966, escribió para la revista El Mirador de la Fundación Interamericana para las Artes, el artículo En la sociedad pop la vanguardia no está en las galerías de arte y a fines de ese año ganó por segunda vez la Beca Guggenheim.
En 1967 comenzó a escribir El arte entre la tecnología y la rebelión, libro que finalizó tres años después, pero que decidió no publicar por el contexto político que se vivía en Argentina. Finalmente, el libro fue publicado por la editorial Argonauta en el año 2020.
Noé en los setenta y ochenta
En 1976, tras el Golpe Militar en Argentina, Noé se fue a París y, a partir de 1978, comenzó a viajar constantemente de Europa a Latinoamérica, hasta que en 1987 se instaló definitivamente en Buenos Aires.
En 1987 el Museo Sívori realizó la muestra Luis Felipe Noé. Panorama de 30 años en el Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires. Ese mismo año también expuso en Ámsterdam y expuso por primera vez en la Galería de Arte Ruth Benzacar la exposición Pinturas 1986-1987.
Noé en los noventa
En 1991 realizó una nueva tensión entre historia, texto e imagen en la obra Tormenta en la Pampa, Homenaje a una pintura escrita por Sarmiento (1991) que forma parte de la Colección de Amalia Lacroze de Fortabat.
En la década de 1990 publicó dos libros de ilustraciones, el primero A Oriente por Occidente (1992) donde el artista desarrolló por medio de textos e imágenes una teoría acerca del descubrimiento de América basado en el diario de Cristoforo Colombo y en 1994 el libro El otro, la otra y la otredad que relata de forma gráfica la relación con la otredad, un tema que a Noé lo convoca permanentemente.
En 1997 recibió el Gran premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes y la obra Jeroglífico metafísico rioplatense (1992) pasa a formar parte del patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes y La obra Deconstrucción Urbana (1997) pasa a formar parte de la Colección Amalia Lacroze de Fortabat.
Los últimos 25 años
En el 2000 Noé consolidó sus planteos estéticos poniendo a la línea como protagonista de sus obras. En el 2009, al cumplirse cincuenta años de su primera exposición, realizó la exposición titulada 50×50. Luis Felipe Noé. Cincuenta años, cincuenta imágenes a modo de celebración de su cincuentenario como pintor.
En 2006, junto a Eduardo Stupía, crearon el proyecto La línea Piensa dedicado al dibujo contemporáneo. Este ciclo de muestras se dedicó a realizar exposiciones de artistas contemporáneos en la sala 10 del Centro Cultural Borges. Además, en el año 2011, realizaron la muestra ¡Me arruinaste el dibujo! que reunía más de cincuenta obras pintadas y dibujadas “a cuatro manos” entre ambos artistas.
En 2007 la editorial Adriana Hidalgo publicó su libro NoEscritos sobre eso que se llama arte que recopila el pensamiento crítico, artístico y teórico del artista: conferencias, artículos y textos inéditos escritos en Buenos Aires, París y Nueva York entre 1996 y 2006.
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En 2009 representó a la Argentina en la bienal de Venecia para lo que realizó dos obras de grandes dimensiones: La estática velocidad y Nos estamos entendiendo.
En 2010 el Museo de Arte Contemporánea (MAC Niterói) de Río de Janeiro, bajo la curaduría de Franklin Pedroso, le dedicó una gran exposición retrospectiva y en el año 2012 el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (MUNTREF) realizó la exposición Noé, visiones/revisiones.
En el 2012 falleció su compañera Nora Murphy. Al año siguiente realizó, junto a sus dos hijos, la artista plástica Paula Noé Murphy y el cineasta Gaspar Noé, la exposición NOE 3D en la Galería Rubbers Internacional. La muestra estuvo dedicada a Nora Murphy e incluyó fotografías familiares y de la pareja tomadas por su hijo.
Desde 1987, “Yuyo” habitaba su casa de Tacuarí en el barrio porteño de San Telmo. Siempre continuó trabajando. A fines de 2024 publicó su libro El ojo que escribe, en él señaló:
“Como decía Marx, solo es dialéctico un pensamiento que no es inmovilizado sino que se corrige una y otra vez a partir del trabajo con el objeto. No hay ninguna cosa que exista de una vez y para siempre que no esté en permanente devenir. Y lo digo motivado por el núcleo fundamental que ha movilizado mi visión del mundo y del Gran Todo que nos desafía, o sea, del caos que constituimos los seres humanos desde que existimos y que continuamente enfrentamos de manera individual para poder estructurarnos a nosotros mismos. Caos cuyo escenario es el tiempo con sus permanentes y simultáneas transformaciones.
Por tal motivo, creo que mi formación no se la debo solo a los libros sino también a la conciencia de estar viviendo mi propia existencia. He vivido la ficción en las imágenes que se contemplan y en las que las lecturas provocan. Pero también por el solo hecho de estar en este mundo. El cual, se me ocurre, es una ficción…”
Hasta siempre “Yuyo”.