Una expedición reciente en el Muro de Adriano, que separa parte de Inglaterra y Gales de Escocia, dio con el hallazgo de ocho zapatos que datan de la época del Imperio romano. Si bien pertenecen al grupo de casi 5000 zapatos que se descubrieron en anteriores trabajos, estos en particular descolocaron a los arqueólogos por su forma, tamaño y estado de conservación.
El fuerte, conocido también como Magna, sirvió como límite defensivo entre el territorio ocupado por el Imperio romano y Caledonia, en el norte, donde habitaban los británicos. En aquella línea divisoria se ubicaron miles de soldados y civiles que protegieron la antigua provincia de aquellos que buscaban recuperar sus tierras. Durante el período que estuvo activo se desarrolló la vida como en cualquier parte, es por ello que a diario los arqueólogos desentierran diferentes artilugios de uso cotidiano.
Para sorpresa de los expertos, las suelas de los zapatos resultaron ser más grandes que las rescatadas en la muralla de Vindolanda -un fortín secundario y al sur de Magna-. Esto abrió una nueva hipótesis sobre las personas que vigilaban la defensa y las características físicas que poseían, ya que el tamaño promedio de los ocho zapatos es de 30 centímetros.
Elizabeth Greene, arqueóloga de la Universidad Western en Ontario, Canadá y partícipe de la excavación en las profundidades de una fosa de protección contra el enemigo, señaló que las diferencias con los zapatos de Vindolanda son sorprendentes, de acuerdo a lo que indicó la revista científica LiveSience. Y añadió: “Siguen siendo realmente muy grandes [en comparación a los que recopilaron anteriormente]”.
Los zapatos se descubrieron en Corvorán, una sección del Muro de Adriano que se construyó antes que el resto de la línea divisoria en el 122 d.C. Estos permanecían en el fondo de las trincheras, que cuando se llenaban de agua podían hacer que el enemigo tropezara y se rompiera el tobillo. De allí su nombre: “las rompe tobillos”.
Gracias a que se produjo un anegamiento sin oxígeno, el cuero de las suelas se conservó en perfecto estado, al igual que gran parte de la confección de los zapatos. Esto le permitió a los científicos extraer las pruebas para llevarlas a laboratorios y poder compararlas con el resto del calzado que se rescató en Vindolanda, a 11 kilómetros de distancia.
La expedición en Magna identificó 32 zapatos en total, de niños y adultos, que se sumarán a la colección de 5000 hallados en la vecina muralla. Según los arqueólogos, este calzado le hizo honor al nombre de la fortificación, ya que en la actualidad el promedio de talla en Gran Bretaña es de entre 27 y 28 centímetros de largo. En contraste, solo 16 de Vindolanda tienen 32 centímetros.
En un comunicado que replicó la revista antes mencionada, el vicedirector de las excavaciones en Vindolanda, Andrew Birley, detalló sobre el descubrimiento en Magna: “Nos recuerda que no todas las poblaciones eran iguales y que las amplias variaciones entre los regimientos y las personas que sirvieron a lo largo del Muro de Adriano podrían ser culturales y físicas”.
Los expertos advirtieron que todavía no se puede hacer una comparación directa entre los zapatos que se desenterraron en ambas murallas, en particular porque los de Magna todavía no fueron expuestos a un proceso de análisis y conservación específica en el laboratorio para determinar el origen del cuero. “Solo podemos celebrar y maravillarnos de la diversidad y las diferencias de estos pueblos si todavía podemos verlas en los datos arqueológicos que recopilamos hoy”, mencionó Birley.