Ballenas muertas. Por qué vararon en el Río de la Plata?

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Ya son dos ballenas las que aparecieron muertas en el agua dulce. El primer cuerpo fue hallado frente a Vicente López, la semana pasada, y el último cuerpo se encontró el lunes por la noche a la altura de Tierra Santa, en las costas porteñas del Río de la Plata. Según pudieron confirmar desde la Fundación Cethus, la única organización que trabajó en el lugar, los dos son ejemplares de la especie sei. Desde la Prefectura Naval anunciaron que el cadáver de la ballena fue remolcado a zonas más profundas.

Comienza el operativo para remover el cuerpo de la ballena

Diego Rodríguez, investigador y especialista en animales marinos del Conicet y profesor de la Universidad de Mar del Plata, explicó que, a pesar de la desconcertante imagen, que una ballena como esta aparezca en la costa no es tan extraño.

Hay que entender que el Río de la Plata es en gran parte un estuario. Este sitio en donde el agua dulce y salada se encuentran. “Nosotros tenemos en frente a la desembocadura del río Paraná y Uruguay. El estuario tiene influencia del mar y los animales que viven en ambos lados suelen cruzar esa frontera entre el agua dulce y salada. No es el hábitat de las ballenas, en especial por la profundidad, no obstante es frecuente que pase”, aseguró Diego Rodríguez, investigador y especialista en animales marinos del Conicet y profesor de la Universidad de Mar del Plata.

La ballena sin vida, encallada en Costanera Norte de la ciudadRicardo Pristupluk

Para Rodríguez, varamientos como estos suceden una vez por año. “Suelen ser animales enfermos, en los últimos momentos de vida. En este caso, parece que no tenía sus sentidos óptimos”, ponderó en diálogo con LA NACION.

Si bien todavía se esperan los análisis de especialistas para confirmar las causas de la muerte, del útimo caso, las primeras observaciones ofrecen algunas pistas. Por el tamaño del ejemplar, los rescatistas especulan que podría tratarse de una cría de pocas semanas.

El ejemplar muerto sorprendió frente a Tierra SantaRicardo Pristupluk

Según describió Mariano Sironi, director científico del Instituto de Conservación de Ballenas, es común en ballenas barbadas, los cetáceos que en lugar de dentadura compuesta de huesos —como la orca, el delfín o el cachalote— tienen una especie de paja gruesa. Ballenas como la jorobada, la azul, la minke o la sei son barbadas.

Además del tipo de alimento, una diferencia importante es que este tipo de ballenas no suelen viajar en manada como las dentadas. Pueden viajar un tiempo acompañadas, pero no con ese sentido de grupo que podemos ver en otras especies. En el Río de la Plata, e incluso mucho más arriba en la cuenca, se han encontrado sobre todo estos ejemplares.

“Hubo un caso en el que, incluso, llegaron a Entre Ríos, en la localidad de Villa Paranacito. En ese caso fue una ballena jorobada”, destacó Sironi refiriéndose a un varamiento sobre el río Uruguay que ocurrió en 2012.

Sironi advirtió que habría que hacer una necropsia para entender la razón de la muerte de estos animales, aunque destacó que por el simple hecho de andar por agua dulce son mucho más vulnerables. “Hay que tener en cuenta un par de cosas. Las ballenas están adaptadas al agua salada. Cuando ingresan a un río o estuario, cambia por completo el entorno y su fisiología. La piel se puede dañar solo por estar en agua dulce y las lastimaduras, que podrían sanar en el mar, se pueden infectar. La flotabilidad también se ve afectada: el agua salada es más densa que la dulce. Salir a respirar es más difícil en el agua dulce”, contó el experto.

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