Werther: una ópera que se festeja por su música, más allá de que el protagonista siga cantando después de pegarse un tiro

Compartir

Después de diez años de ausencia, el regreso de Werther al Teatro Colón se presentó como una prueba de fuego: ¿cómo sostener la vigencia de una ópera cuyo libreto hoy puede resultar distante e incluso anacrónico? La respuesta, como suele ocurrir en el repertorio francés, la dio la música de Jules Massenet, que con su refinada orquestación y su lirismo contenidamente ardiente logró transformar un libreto frágil en una experiencia emocional intensa.

Con escenografía mínima y despojada -muy buen trabajo de Jorge Ferrari, también a cargo del delicado vestuario-, la obra está ambientada en los años ’30 y la acción se desarrolla en cuatro espacios de gran funcionalidad simbólica: el árbol del jardín como emblema naturalista en el primer acto; en el segundo, la iglesia al fondo, adelante la plaza sólo con mesas y sillas metálicas austeras, y las hojas del árbol pelado caídas en el suelo para indicar el paso de estación. El tercer y cuarto acto suceden en interiores, la habitación de Charlotte con una chaise longue, un escritorio y un clave bastaron para delinear su mundo íntimo, y el árbol de navidad para marcar temporalidad.

En el final, la habitación de Werther, con sólo una cama y un gran ventanal con la nieve cayendo de fondo, sellaron el destino de los amantes frustrados. La iluminación de Gonzalo Córdova se convirtió en un relato paralelo y dio dinamismo a los estáticos dos primeros actos: de la colorida luminosidad inicial -los colores de Werther eran distintos del resto de los personajes para acentuar su recortado drama interior- a la penumbra final, trazó el arco dramático con economía de medios y gran sutileza expresiva.

El movimiento escénico reducido al mínimo, casi suspendido, planteó un riesgo que terminó por jugar a favor de la obra: la música se volvió la verdadera fuerza motriz del drama.

Bajo la dirección de Ramón Tebar, la orquesta desplegó la elegancia francesa de la partitura, con momentos de lirismo depurado y una cuerda expresiva que encontró su clímax en el solo de violonchelo en el tercer acto.

Lo mismo puede decirse del pasaje camerístico en el mismo acto, la textura de cuarteto creó un clima de recogimiento muy íntimo y reforzó la intimidad de la escena de las cartas. Hubo pasajes con ciertos desajustes en la afinación y el ímpetu orquestal pareció desbalancear la intimidad requerida, pero el desempeño general fue convincente.

Desgarro amoroso. En «Werther», la ópera con música de Jules Massenet. Foto: Prensa Teatro Colón / Lucía Rivero

Todas las voces, todas

En el plano vocal, el desarrollo dramático descansó sobre la dupla protagónica. El tenor Jean François Borras brilló vocalmente, impecable en su célebre Pourquoi me réveiller, supo dosificar la intensidad hasta liberar progresivamente la tensión emocional, con una línea vocal de detalles cuidados que iluminó la belleza melódica de Massenet.

Frente a él, Annalisa Stroppa encarnó a Charlotte con un instrumento robusto, de timbre rico y caudaloso, quizá algo oscuro para el carácter sencillo que el personaje exhibe en los primeros actos, pero de plena expresividad en el aria de las cartas, donde desplegó toda su hondura dramática. También en Va! laisse couler mes larmes alcanzó una profunda carga emotiva con el excelente acompañamiento del oboe.

Video

«Werther», en el Colón

Las interacciones entre Stroppa y Borras alcanzaron momentos de gran intensidad dramática. El encuentro de la mezzo con Jaquelina Livieri (Sophie), fresca y luminosa, fue uno de los momentos memorables de la noche.

Alfonso Mujica cumplió con solidez en el ingrato rol de Albert, mientras que Cristian De Marco (el alguacil) se desempeñó con solvencia, aunque su lenguaje corporal no fue del todo convincente.

Pablo Urban (Schmidt) y Sebastián Sorarrain (Johann) aportaron momentos notables de ligereza y comicidad, especialmente en el segundo acto. El coro infantil preparado por Helena Cánepa otorgó candor y brillo a la escena navideña, generando un contraste efectivo frente a la oscuridad que se avecinaba.

La escenografía despojada de «Werther» juega a favor de la puesta. Foto: Prensa Teatro Colón / Juanjo Bruzza

El desafío del último acto

El último acto -mientras Goethe mata a Werther con silencio brutal, el francés lo resucita con arias sublimes- resulta siempre un desafío por la improbable verosimilitud del torturado protagonista que canta tras dispararse.

Más que la coherencia dramática, Massenet optó por darle al tenor un gran final. Szuchmacher buscó en la sobriedad escénica -una penumbra iluminada apenas por objetos- y en la concentración en la voz, eludir que la tragedia se deslizara hacia lo grotesco con una conmoción contenida. El intento fue más que válido, pero un héroe agonizante que entona frases extensas y afinadas desafía cualquier verosimilitud, y no hay música sublime que lo sostenga.

Werther confirma que la ópera de Massenet permanece viva no tanto por su libreto, anclado en sensibilidades decimonónicas, sino por la capacidad de su música para conmover y para volver actual lo íntimo, lo doloroso, y allí apuntó con inteligencia la propuesta de Szuchmacher.

La iluminación de Gonzalo Córdova es fundamental en «Werther». Foto: Prensa Teatro Colón / Juanjo Bruzza

Ficha

Werther

Calificación: Muy bueno

Música: Jules Massenet Libreto en francés: Édouard Blau, Paul Milliet y Georges Hartmann, basada en la novela epistolar Las penas del joven Werther, de Johann Wolfgang von Goethe Dirección musical: Ramón Tebar Dirección de escena: Rubén Szuchmacher Diseño de escenografía y vestuario: Jorge Ferrari Iluminación: Gonzalo Córdova Coreografía: Mariana Svartzman

Elenco principal: Jean-François Borras (Werther), Annalisa Stroppa (Charlotte); Jaquelina Livieri (Sophie); Alfonso Mujica (Albert), Pablo Urban (Schmidt), Sebastián Sorarrain (Johann)

Fecha: domingo 24 Próximas funciones: 31 de agosto a las 17; martes 26, miércoles 27, jueves 28 y viernes 29 de agosto, martes 2 y miércoles 3 de septiembre a las 20 (esta última función será exclusiva para menores de 30 años) Lugar: Teatro Colón.

Noticias Relacionadas